Ayer el periódico digital El Salto
compartió un tweet publicitando un artículo mío sobre el coronavirus. El
artículo era de Javier Padilla, un médico residente en Madrid que ha escrito un
libro de divulgación sobre la sanidad pública titulado ¿A quién vamos a
dejar morir? Varias personas me han felicitado por el libro. Supongo que
algunos se habrán sorprendido por el salto a la salud pública y la medicina
desde las luchas antifranquistas, pero expertos más raros en medicina se han
visto últimamente. Por lo que he leído, la proliferación de dobles es un
fenómeno que atraviesa épocas y países: una “pandemia inescapable” según la
Organización Mundial de la Doblez (OMD). La situación es preocupante vista la
experiencia en otros países como Indonesia y Argentina, en la que los dobles
han comenzado a proliferar causando graves problemas de orden público. Tal y
como ha escrito en la revista The Lancet la epidemióloga Janet Johnson,
“descubrir un doble es una experiencia traumática que aumenta los riesgos de
que aparezca un triple o incluso un cuádruple. Se debe actuar rápido y tomar
medidas extremas antes de que sea demasiado tarde”.
La literatura académica señala cuatro
formas de enfrentarse a este problema. La primera, que Wagnoris (2005) llamó
“adecuación” (115) en su célebre artículo sobre paperas y profilácticos,
consiste en cambiar de alguna forma tu nombre o apellido. Lucas (1977) ya
exploró este tema con el wookie Chewbacca, cuyo nombre previo era Chyhrynskyi,
y el futbolista ucraniano del Barcelona Chyhrynskyi, cuyo nombre previo era Chewbacca
(esta precuela de La Guerra de las Galaxias, que exploraba el género
fluido de Chewbacca y sus relaciones traumáticas con Han Sin Doble, nunca llegó
a salir a la luz comercialmente. Sin embargo, se considera una obra de culto en
Japón por ser la primera aparición del futbolista, mercenario y piloto intergaláctico
Takefusa Kubo). Según Murphy (2011), cambiarse el nombre es la mejor opción si
no supone caer en el ridículo. En mi caso, las posibilidades son pocas y
dramáticas. Lo más fácil hubiera sido cambiar Javier por J., pero el cantante
de Los Planetas fue más rápido. La opción de cambiar Javier por Javi
disminuiría radicalmente mis opciones con las chicas. Cambiar mi apellido por
Padi suena bien, pero la mera posibilidad de ser llamado Javi Padi hace
imposible avanzar por esta vía. Al otro Javier Padilla le sucede lo mismo.
La segunda opción es unirte a tu
doble. Molocks (2003) señaló que los orígenes de esta práctica tuvieron lugar en
la China de Sun Tzu, que fue pionero en los artes de la guerra y la fusión. “Si
no puedes con tu enemigo, únete a él”, escribió Sun Tzu en El arte de la
guerra antes de fusionarse con Sun Tzu, célebre agricultor que ganó fama
por cultivar los mangos más grandes del lejano oriente. Gracias a esa unión,
Sun Tzu II pudo seguir escribiendo sobre estrategia militar y cultivando mangos
sin ser confundido por sus feligreses. Esta opción ha sido recreada por los
poetas más grandes de todos los tiempos. Por ejemplo, cuando Walt Whitman Tenth
escribió en su poema Canto a mí mismo la célebre frase de “contengo
multitudes”, se estaba refiriendo a los diez Walt Whitman que lo conformaron. Sin
embargo, hoy en día la fusión no está muy extendida más allá de Dragon Ball, la
nobleza y el mundo del fútbol. En Europa está muy regulada porque la Unión
Europea obliga a que el fusionado incluya en su nombre el número de personas
implicadas en la fusión (ese fue uno de los motivos que, con cierta razón,
arguyeron los Boris Johnson a favor del Brexit).
Por eso, los casos más exitosos se
han llevado a cabo lejos de nuestras fronteras. En Colombia, el velocista Juan
Guillermo se fusionó con el percusionista Juan Guillermo para formar al
futbolista Juan Guillermo Cuadrado, hoy en la Juventus (el caso del futbolista
japonés del Mallorca cedido por el Madrid, mercenario y piloto intergaláctico Takefusa
Kubo es peliagudo y nunca se usa como ejemplo en el movimiento profusión,
porque implicó a tres personas que no dieron su consentimiento, dando lugar a
un trastorno tripolar de personalidad). En España, la posibilidad de fusionarse
se reserva a la nobleza. Por ejemplo, su majestad Felipe VI es una fusión de
seis ejemplares de Felipe Borbón, y el emérito Juan Carlos I de Juan Borbón y
Carlos Borbón (aunque encerrado en el nombre de Carlos, Carlos se sentía Juan desde
que nació y por eso pudo fusionarse). En estos momentos, un equipo
especializado está buscando a todas las Leonor Borbón en España para someterlas
a tratamiento: de momento han encontrado a tres así que se espera conseguir un
espécimen de Leonor III. Siendo muy improbable que España abandone la Unión
Europea, y teniendo en cuenta que mi título nobiliario está caducado, creo que
la opción de fusionarme con Javier Padilla para crear a Javier Padilla Cuadrado
no es viable en estos momentos.
La tercera opción es la guerra
(Hitler 1939; Franco 1936; Mao 1949; Lenin 1917). Un doble es una amenaza a la
identidad personal y profesional, y solo debe quedar el más fuerte (Darwin
1859). Esta opción ha sido explorada por el arte. Por ejemplo, en el libro de
Eric Barenboim Suárez en Kosovo, el futbolista Luis Suárez es confundido
con el médico Suárez, llevando a unos y a otros a la desgracia (la subtrama más
compleja sucede cuando se descubre que los mordiscos de Luis Suárez crean
nuevos Luis Suárez, y que el origen de la epidemia estaba en el Luis Suárez
español). También el cuadro de Goya Saturno devorando a sus hijos es
otra recreación de esta tragedia griega ya anticipada por Sófocles. Como dijo
el sabio griego, “Saturno no es más que otro padre que llama a sus hijos como él
y decide comérselos por el miedo a que algún día sean sus dobles y lo reemplacen”. No es raro que, vistas las circunstancias, los gobiernos tomen
medidas drásticas para frenar la epidemia de dobles e infanticidios. ¿Quién no
ha oído hablar del célebre arqueólogo Leo Messi, asesinado por los sicarios de
Bartomeu a sueldo de la Generalitat? ¿Y cómo obviar la muerte en extrañas
circunstancias de Shakira, la Catedrática de Bioquímica en la Universidad de
Manchester que había descubierto cómo matar ratas con cloroformo, uvas y queso?
¿Y qué decir del caso del atormentado Han Sin Doble, condenado a una vida de
incomprensión tras el brutal asesinato de Chyhrynskyi a manos de Chewbacca
Cuadrado y Takefusa Kubo? Yo ya he empezado a tomar medidas agresivas contra mi
doble. Cuando todo el mundo aplaude a la sanidad pública en los balcones,
incluyendo al médico Javier Padilla, yo me quedo en silencio y no me muevo. Soy
consciente de la gravedad de mis actos y del daño que hago al sistema público
de salud con mi actitud, pero situaciones extremas requieren medidas extremas. Confío
en que Javier Padilla no será capaz de resistir por mucho tiempo mi falta de entusiasmo
con su trabajo durante el confinamiento.
La última opción es la usurpación de
la identidad (Highsmith 1955). En ese caso, una de las decisiones más
complicadas es decidir con cuál quedarse (ver Gómez and Gómez 2012; Hernández,
Hernández and Hernández 2014; García, García, García and García 2018). Muchos
filósofos han tenido problemas decidiendo cómo se podía evaluar una vida,
llegando generalmente a la conclusión de que, más allá de Han Sin Doble, dos
humanos no pueden ser comparados (Scruton 2010). ¿Cómo comparar a Javier
Padilla con Javier Padilla? ¿Con quién quedarse? Una opción es evaluar lo que
cada uno ha hecho hasta ahora con su vida. Los dos tenemos un solo libro, así
que espero que él no haya tenido hijos ni plantado algún árbol. Si miramos a lo
que estamos haciendo en estos momentos, durante el confinamiento uno ha estado
salvando vidas mientras que el otro ha escrito este texto sin aplaudir al
servicio sanitario. Desde ese punto de vista, parece que gana un Javier Padilla,
aunque no es posible dilucidar cuál. Sea como sea, este asunto parece demasiado
complejo para que un Javier Padilla solo sea capaz de desentrañarlo, así que
habrá que recurrir a Takefusa Kubo.