domingo, 21 de mayo de 2017

Antonio Banderas y la corrupción de los medios de comunicación

Hoy ya nadie se acuerdo de esto con el tema de Antonio Banderas, pero la última vez que Málaga se convirtió en motivo de interés nacional fue debido a una noticia falsa. Una (falsa) violación, en la feria de Málaga de 2014, sirvió para que una ciudad entera se retratara y unos cuantos articulistas nacionales tuvieran su escándalo semanal. Diario Sur empezó a tratar el asunto con el siguiente titular: “Los jóvenes detenidos por la brutal violación a una chica en la feria lo grabaron con el móvil”. Lo firmaban Juan Cano y Francisco Jiménez el 18 de agosto de 2014. Leyendo el titular, se entendía que la violación, que fue brutal, se daba por descontada, y lo novedoso es que la habían grabado con un móvil. Sin embargo, la “brutal” violación que se hizo viral nunca tuvo lugar.

Juan Cano no ha tenido que responder ante nadie de esta “brutal” equivocación.  El 22 de agosto de 2014, en un artículo en Diario Sur de increíble cinismo titulado “lamentable despropósito”, el Director de Publicaciones de Diario Sur, Pedro Luis Gómez, comenzaba diciendo que “la información es poder. La mala información es el desastre”. Increíblemente, decía que la razón del despropósito ocurrido en la feria de Málaga era “sobre todo por los tuiteros que asolan las redes sociales y que son concienzudos guardianes de la pureza y de la dignidad, los amos de la verdad absoluta e indiscutible, los dueños y señores de la razón única, la suya”. Posteriormente, defendía al periodismo de “los que no tienen ningún respeto no solo por esta profesión, la de periodista, sino ni tan siquiera por un Estado de Derecho (con mayúsculas pese a ellos) donde la presunción de inocencia es uno de sus más sólidos pilares”. ¡Lo escribía desde Diario Sur! Lo hacía, claro, sin que nadie hubiera lanzado un ataque frontal contra la cobertura que realizó el medio en concreto. O nadie se dio cuenta, o nadie se atrevió.

En mayo de 2016, Juan Cano recibió el II Premio Andaluz de Periodismo Social Antonio Ortega. Quizás Juan Cano sea un buen periodista y recibió un justo premio, pero la no rectificación personal o de Diario Sur tras un error así no admite mucho margen para la benevolencia: dar un hecho tan terrible como una violación por descontado, y tildarlo de brutal sin ninguna prueba de que ocurriera nada, es el tipo de cosas por las que podríamos pedir que se despidiera a un periodista. 

El Consejo Audiovisual de Andalucía, en un loable informe, puso el caso de la Feria de Málaga como ejemplo de “la vulneración sistemática del derecho a la presunción de inocencia”. La mayoría de cadenas generalistas, incluidas las públicas, difundieron “el dato erróneo de que los detenidos habían reconocido ha agresión”. Ninguna cadena rectificó posteriormente, y los tertulianos no han pedido disculpas ni a los ofendidos ni a la audiencia. Se dijeron cosas como las siguientes:

- “No son inocentes, puesto que están con cargos. Es decir, no pueden ser inocentes, de inocentes nada. Han salido con cargos, por tanto son culpables por ahora”

- “Lo tenían todo perfectamente calculado… uno de ellos incluso grabó con su teléfono móvil, otro vigilaba mientras los otros tres abusaban de la joven...”

Por su parte, en los medios escritos se opinó sin ninguna prueba. Como meros ejemplos, Beatriz Gimeno en eldiario, Shangay Lily en Público, Concha Solana en Pikara Magazine y Arturo Pérez Reverte desde su superioridad moral, decretaron que la absolución de los jóvenes malagueños era una falta de respeto de la juez. Pérez Reverte los llamó “hijos de puta” en Twitter, y Beatriz Gimeno acusó a la juez de tener en mente un “mito machista” para no haber visto el delito. La presunta víctima de la violación reconoció en el juicio que se la había inventado.

La primera semana de julio de 2016, en un curso de verano organizado por la Universidad de Málaga que sonrojantemente se titulaba “Mejor periodismo, más democracia”, tuve la oportunidad de hacerle una pregunta a Manolo Castillo, director de Diario Sur. Entre otras cosas, el curso de verano trataba sobre la importancia de la búsqueda de la verdad en el periodismo, en contraposición con los blogueros, para poder ser incómodos al poder. En la misma mesa de Manolo Castillo, se encontraba Miguel Ángel Aguilar, que había hablado largamente sobre la importancia ética del periodismo y la búsqueda de la verdad y la objetividad como freno a los grandes poderes que teóricamente nos oprimen. Cuando llegó el turno del público, le pregunté abiertamente a Manolo Castillo sobre la noticia de la feria de Málaga y el titular que dio el periódico. Como me la sabía de memoria, todos los demás asistentes pudieron ver que la noticia había sido publicada tal y como yo decía. Manolo Castillo dijo que yo estaba equivocado, y que lo que decía, por ende, era una mentira. Dijo que Juan Cano había sido el primero en decir que la presunta violación de la feria de Málaga no era real. Dijo que luego hablaría conmigo sobre el asunto, pero lo cierto es que eso nunca llegó a ocurrir. Ninguno de los otros conferenciantes, supuestos periodistas de prestigio todos ellos, se atrevió a insinuar que precisamente teníamos un ejemplo ahí de lo que un periódico no debía hacer.

Leyendo todo el asunto del caso Banderas, lo que está claro es que a casi nadie le importa ni el periodismo ni la verdad. Antes de que estallara todo este asunto, el mismo Pedro Luis Gómez que escribía la columna “lamentable despropósito” tres años antes, había hecho una entrevista el 2 de abril de 2017 con el actor. La entrevista se realizó 5 días antes de saliera el resultado del concurso del que el alcalde de Málaga Francisco de la Torre era el Presidente. Al concurso se presentaron 72 proyectos y, aunque teóricamente era anónimo, contenía según ha publicado Teodoro León Gross “una referencia explícita a Banderas”. Voy a reproducir algunos de los pasajes, respetando las numerosas faltas de ortografía, de la entrevista. Así se podrá observar cómo Diario Sur realiza su labor de vigilancia de los poderosos, de búsqueda de la verdad y de imparcialidad ante los asuntos públicos:

“-Le apetece dirigir un teatro aquí en Málaga con su nombe (sic).
-Bueno, con mi nombre... Eso lo decidirán otros.

-Perdone, pero si le queremos dar caché, Antonio Banderas es una marca.
-Bueno, pero no hace falta, ni soy el indicado para decirlo. Mira me gustaría dirigir un teatro que aportara a Málaga un grano de arena a lo que le está pasando a esta ciudad bendita. (...) Tener un teatro que fuese un laboratorio, que atrajera a los grandes actores del mundo, traernos a las grandes escuelas de teatro del mundo, organizar masters y cursos para profesionales, hacer algo grande utilizandolo (sic) incluso como platós de televisión.... Cuidado, que ya estoy exponiendo ideas muy claras que tengo desarrolladas en un informe, pero tengo que buscar un espacio, y sobre todo (y que me perdonen), no quiero ni un duro público. Esto tiene que financiarse de forma privada porque el dinero público acarrea muchos problemas (vuelta a reirse (sic) abiertamente) y yo adoro a la clase política cuando hace cosas para la gente y para la cultura, sean del partido que sean, no estoy hablando de ninguno en concreto...
(…)
-Ufff no sé si decirlo, porque después ya sabes lo que pasa con estas cosas.
-¿El qué? Dígalo... No sé qué es, pero ¿por qué no lo va a decir?

-Pues sí, lo voy a decir: aquí hay una persona fundamental que es don Francisco de la Torre Prados.
-Lo intuía, esperaba que lo dijera... (…) Es un hombre humilde, y tiene una virtud enorme que es la educación. Parece de Peregrullo (sic), pero no todos los políticos son tan educados. La forma en la que personaliza su labor por estar en los barrios. Si es que además no para, si sé que tiene a la Corporación Municipal con la lengua fuera. Es el no parar. De una actividad frenética. Alucino con él. Y me importa un pito lo que piensen ante lo que digo, porque en términos generales, el PP no es el partido por el que más se me reconoce a mí, vamos. Yo no apoyo a ninguno públicamente. (…)Pero mira, cuando una persona hace las cosas bien, como el alcalde de Málaga, hay que reconocérselo y punto. Recuerdo que la baronesa Thyssen me dijo un día que su museo lo había traído a Málaga porque teníamos "un alcalde muy pesado, que me ha insistido mucho y me decidió". Conste que cuando hablo bien del alcalde, que nadie piense que le debo ningún favor, que jamás le he pedido ninguno. Se lo merece.
-Eso se llama justicia.”  

La información que ha salido luego es la siguiente, y da a entender un trato de favor a Antonio Banderas por parte del alcalde de Málaga. El mismo Diario Sur, en una editorial del 26 de abril de 2017, criticaba que se hubiera dejado “entrever sin pudor tanto respaldo institucional y el deseo de hacer un concurso a la medida”. Transcribo lo que el periodista Teodoro León Gross ha escrito en El Mundo:

“1.- El mismo arquitecto Seguí atrae a Banderas a un proyecto cultural en un lugar emblemático: unos viejos cines en la plaza donde nació Picasso. Parece claro que Seguí actuaba persuadido de que con Banderas como salvoconducto, nadie frenaría su proyecto. 2.- Se gana el concurso de ideas no vinculante, con referencia explícita a Banderas aunque es anónimo. Después el alcalde, excitado, llega a sugerir, al borde de la prevaricación, que el pliego del futuro concurso casi debería llevar el nombre de Banderas. 3.- Desde instancias técnicas y políticas, también mediáticas, se advierte del exceso de altura (de baja más tres a seis) en un lugar muy estricto, y de usos, ya que el equipamiento cultural, que apenas daría para un bar o una tienda de museo, planea un 75% de ingresos por bares y alquiler de locales. Con 23 espacios lucrativos, el teatro es la coartada. 4.- Banderas ve el lío -sin duda entiende que el asunto es una ratonera que además incumple sus viejas promesas de no usar "suelo público"- y se retira, pero no discretamente, sino, como buen actor, con cierta sobreactuación como víctima. 5.- El circo, incluyendo actos de desagravio de ecos tardofranquistas.”

Si en el caso de la feria fueron los supuestamente feministas los que lanzaron las campanas al vuelo sin tener información, en este caso han sido los supuestamente liberales. Estas dos  subespecies no se parecen en nada, salvo en una cosa fundamental: los dos desprecian que los hechos no se adecúen a su teoría de lo que deben ser las cosas. El País ha hecho un editorial arbitrario titulado Con Antonio Banderas, y hemos podido leer a muchos supuestos defensores del libre mercado en los medios nacionales decir dogmas sobre el asunto sin atenerse a los hechos concretos del caso. Paradójicamente, uno de los pocos periodistas que han actuado con entereza ha sido un antiguo colaborador de Diario Sur y también participante en el curso de verano de la UMA, Teodoro León Gross. Como consecuencia, un concejal del Ayuntamiento de Málaga ha dicho que se trata de “un mercenario de la pluma”. El alcalde de Málaga ha cometido unas irregularidades intolerables en un procedimiento público, pero no ha parecido importar mucho. Diario Sur hizo un editorial titulado “Sí a Banderas; sí a Málaga”, en el que el único fallo admitido era que “el alcalde pecó de un exceso de entusiasmo, pero poco más. Nada hacía peligrar la legalidad de ese concurso”. Ha sido el mismo Pedro Luis Gómez el que redactó la noticia de que Banderas abandonaba el proyecto, en otra muestra grotesca de imparcialidad.

¿Cómo sabe Diario Sur con tanta seguridad que ninguno de los 72 proyectos presentados es lo suficientemente competitivo? ¿En qué se basa esta presunción? ¿Por qué no se hacen entrevistas tan halagadoras a los otros contendientes? ¿No es más grave el posible trato de favor en los procedimientos públicos que el hecho de que Banderas se haya retirado por someterse a un escrutinio razonable? ¿Ha pasado esto en más ocasiones con otros asuntos en los que haya estado implicado Antonio Banderas? ¿Para Antonio Banderas sentirse humillado significa aceptar los procedimientos democráticos? ¿No es muy sospechoso el mangoneo entre el principal periódico de la Málaga Diario Sur, el alcalde Francisco de la Torre y Antonio Banderas? ¿Cómo puede informar imparcialmente Diario Sur sobre un asunto de tanta importancia tras mostrar tan a las claras en una entrevista su absoluta preferencia por que Banderas pueda dirigir un “teatro con su nombe (sic)”? ¿Era verdaderamente anónimo el concurso de ideas o ya se sabía de antemano quién lo iba a ganar?   

Mientras tanto, muchos malagueños han seguido actuando tumultuosamente y, según informa el mismo Diario Sur, a partir de la información dada por el periódico se han convocado actos de solidaridad con el actor. Los pocos articulistas o políticos que han criticado el proyecto  parecía que tenían que declarar previamente su admiración a Banderas. Tras cinco días desde su lanzamiento, la petición de change.org para que el idolatrado Banderas reconsidere el proyecto tiene prácticamente los 25.000 firmantes que necesita. Por su parte, 700 manifestantes han ido con el alcalde de Málaga, parte del grupo municipal del Partido Popular y el polémico arquitecto Seguí a una manifestación en la Plaza de la Constitución, con el objetivo de que se resuelvan los tecnicismos “porque no hay nada insalvable”.

Aquí el periodismo tendría que decir aquello de que los “tecnicismos” son la base de nuestro sistema democrático, y que la única manera que tenemos de dotar justicia a las decisiones es haciéndolas seguir unos procedimientos técnicos previamente establecidos. Así se evita la arbitrariedad y los tratos de favor. El periodismo podría haber recordado todos los casos de corrupción sufridos a nivel municipal, y señalar que la misión del periodismo no es gustar a la gente sino aspirar a contar la verdad. Sin embargo, eso es desde hace mucho tiempo una batalla perdida.  

Ojalá Teodoro León Gross hubiera sido tan valiente cuando desde el medio en el que escribía se titulaba como “brutal violación” algo que nunca ocurrió. Tanto el tema de Banderas como el de la feria de Málaga apuntan a un tipo de corrupción que solemos dejar inadvertida: la de los medios de comunicación que no hacen su trabajo con honestidad.