miércoles, 31 de enero de 2018

Epitafio de los Blogs y tres historias cortas

Por razones obvias, acabo de cerrar todas los blogs que creé cuando tenía 16 años y no volví a utilizar desde que entré en la universidad. Eran 8, y no hay ninguno del que pueda mostrarme orgulloso. Había dos sobre ganar dinero en Internet, una agenda cultural de Málaga, un blog paranoico sobre política llamado ¿Cómo nos engañan? y varios blogs de fútbol y tetas. Me ha entrado algo de nostalgia, sobre todo al ver la cantidad de visitas. Una noticia sobre Cheerleaders, que básicamente consistía en tres fotos de mujeres seleccionadas al azar, tenía muchísimas más visitas que todo el sumatorio del blog Historias Cruzadas. Fui citado por una noticia falsa sobre un fichaje del Málaga en blogs de ABC, La Vanguardia y Comunio. Un día contaré mi historia sobre Fake News en la blogosfera, cuando tenga tiempo y no me quede mucho que perder. Apuesto a que alguno de los que lee este epitafio se pasó por esos blogs en su momento sin saber que los llevaba un adolescente idiota.



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Ayer, en la LSE, me encontré con que uno de los chicos de mi clase es el 15º mejor jugador del Mundo en el juego de mesa llamado Dominion. Le he visto jugando en un ordenador de la biblioteca, y me ha contado de primera mano todo el mundillo del Dominion online. Le he contado mis aventuras con el juego, pero se ha visto muy decepcionado cuando ha visto que no estaba en ningún ranking porque no juego por internet. Hasta ahora, me he sentido muy orgulloso de ser campeón de España de Dominion en 2015 y 2017, pero nunca he jugado por internet ni me ha apetecido hacerlo lo más mínimo. Cuando he visto la velocidad a la que jugaba y las partidas que llevaba (más de 4000 solo desde que comenzó a competir internacionalmente con la Selección de Noruega), me he dado cuenta de mi inocencia. Seguramente los buenos jugadores de Dominion en España juegan exclusivamente por Internet, y eso quiere decir que mis títulos físicos no valen nada. En la era digital, al campeonato nacional de Dominion no online solo van los que no pueden permitirse dedicarle miles de horas por internet a un juego de estrategia.






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Hace una semana, fui a ver Tosca al Royal Opera House. Era la primera vez que iba a la ópera en Londres. Por casualidad,  cada vez que me mudo a un nuevo país la primera ópera que escucho es de Puccini. Me acordé mucho de mi abuelo, y de cuando vino a recogerme en mi cumpleaños a mi casa para llevarme a Nerja. En el coche escuchamos un disco con los arias de Tosca y otras óperas italianas como La Bohème. Mi relación con Puccini es rara. Se supone que no me gusta demasiado y me parece aburrido, pero ocupa un lugar importante en mi educación sentimental porque le encantaba a mi abuelo. Cuando estaba ya enfermo, escuchábamos los dos a Puccini y él repetía que era lo más precioso que había mientras me apretaba la mano. Cuando fui a Frankfurt, la primera ópera que fui a ver fue La Bohème. Recuerdo que era mi primer domingo en Alemania, y que fue cuando Laura y yo comenzamos a hacernos amigos. Cuando llegué a la residencia tras la ópera, mi padre me llamó para decirme que mi abuelo había muerto. En el avión de vuelta a Málaga resonaba un aria de Puccini. Un año y medio más tarde, me invitaron a ir a la ópera en Kazajistán. También era mi primer domingo en un nuevo país, y mi sorpresa fue grande cuando me di cuenta que iba a ver La Bohème. Tuve algún presentimiento nefasto, pero por suerte no tuve que volver a Málaga.





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Viendo el perfil de usuario de superpad, con el que creé tantos blogs dedicados a esparcir mentiras, hay algo que me ha parecido auténtico y me ha hecho ilusión. Cuando clicas en la pestaña "sobre mí", se va directamente a la canción Dance Little Liar de los Arctic Monkeys. Fue la primera canción que tocaron en el Palacio de Vistalegre el 5 de febrero de 2010 en Madrid, y lo he recordado como si fuera una epifanía. Fuimos cinco chicos de Málaga hasta Madrid, algunos de ellos por primera vez. Éramos amigos, pero aún las cosas no estaban tan claras y podríamos habernos separado tras acabar el colegio e irnos a diversos sitios. Era nuestro primer concierto de esas características juntos. Tras colarnos, coincidimos con una chica gallega que al año siguiente resultó estar en mi Colegio Mayor. Cuando comenzó Dance Little Liar, la masa de gente nos iba llevando por todo el pabellón, y solo entre canciones éramos capaces de juntarnos de nuevo. A partir de ese concierto, empezamos a hacer todo tipo de planes juntos. Mi grupo de amigos se creó con esa canción, pero no recuerdo que la hayamos vuelto a escuchar más allá del FIB de 2011. Por un momento, he recordado aquel tiempo en el que solo había estado con chicas con las que había coincidido sin saberlo en un concierto de los Arctic Monkeys. Visto con perspectiva, seguramente haya salido perdiendo: en aquel tiempo esta entrada hubiera tenido 20.000 visitas, y hay más chicas interesadas por los Arctic Monkeys que por Dolores González Ruiz.