jueves, 5 de mayo de 2016

AIRBAG: UNA EDUCACIÓN SENTIMENTAL MALAGUEÑA




En el verano de 2014, me encontraba en mi gran crisis sentimental. Después de que me hubieran dejado y de haber abandonado el Chami, me veía en un nuevo momento de mi vida, totalmente diferente. Cuando le conté a mi primo Gerard, mientras caminábamos por el Paseo de los Curas, mi supuesta gran desventura amorosa, usé todo tipo de referencias literarias fantasiosas. Yo en aquella época estaba leyendo Por el camino de Swann y me veía reflejado en todo tipo de complicaciones que habían hecho imposible ese amor que secretamente debía merecer en ese mundo platónico imaginado. Le debí contar a mi primo una historia llena de fantasmas wertherianos y reflexiones flaubertianas. Seguramente hice cábalas sobre la imposibilidad del amor simultáneo, la deformación de la distancia en el sujeto amoroso y la incapacidad del retorno de la emoción. Mi primo me escuchó atentamente y me contestó escuetamente: “Es como una canción de Airbag”.  

La respuesta me molestó. Esa noche salimos a los bares de cada verano e hicimos las cosas de siempre: cervezas, futbolín y cotilleos. Yo, mientras escuchaba algunas canciones míticas en el Modernícolas, mascullé para mis adentros que mi historia amorosa personal merecía mucho más que un simple “Ahí viene la decepción”. He seguido recordando esta anécdota estos años. Hoy pienso que mi primo tenía razón. 

De un verano a otro te perdí” 

Mi historia con Airbag comienza hace mucho tiempo, antes de comenzar el bachillerato. Yo tenía un skate, camisetas de bandas punkis y un grupo de música, Área 51, que comenzó sus andadas en 3º de la ESO: era un perfecto pringado quinceañero. En esos años creo recordar que el bajista de Airbag vivía en la urbanización del que era nuestro amigo Topo, cerca de donde yo vivía. Allí jugábamos al fútbol y al baloncesto, quedábamos para hacer skate y acabábamos a altas horas de la noche hablando de historias sobrenaturales. En ese entorno conocí Airbag, gracias a mis amigos. Mi canción favorita era Roswell 1947, relacionada con todas esas conversaciones sobrenaturales que nos gustaba tener. La primera vez que vi a la banda en directo fue en el recinto Eduardo Ocón, en la Alameda Principal donde tantas cosas nos pasarían. 

Airbag me ha acompañado desde entonces. Cuando en bachillerato cambié de grupo de amigos por un cúmulo enorme de circunstancias, una de las cosas que me unía con Miki y con Champi era Airbag. A raíz de este tipo de bandas fuimos conociendo muchas más y a empezar a hacer cosas por la música. Lo que nos unió definitivamente como grupo de amigos fue ir a Madrid en bachillerato a ver a los Arctic Monkeys. Este viaje a Madrid, mitificado hasta el extremo, supuso muchas cosas para nosotros. Nos ubicó en un grupo de gente concreto y nos situó en una esfera social muy determinada de la que no hemos salido del todo: la de unos bares malagueños trufados de referencias musicales y un determinado tipo de ocio y ambiente. Ya en la Universidad y en Madrid, mis amigos siguieron viniendo a verme con la excusa de los conciertos: Pink Floyd, Supertramp, Muse, Toundra… Yo me reía de mí mismo en 1º de carrera diciendo que todas las chicas con las que había salido habían coincidido conmigo en algún concierto de los Arctic: era el filtro tonto de mis 18 años, no sé por qué. Tonteé con una mítica chica gallega en los prolegómenos del concierto del Palacio de Vistalegre, con apenas 17 años. Volví a coincidir con esa chica en el Juan Luis Vives: nos dimos cuenta a los dos meses de estar allí de que ya nos conocíamos, de que había una razón por la que la cara del otro nos sonaba. Me he encontrado a esa chica en multitud de lugares inesperados. La última vez fue en Tudela, Navarra. En Málaga me lie con alguna chica (¡noches pasadas en el Village Green!) tras cantar juntos canciones de los Arctic, a Sonia la conocí en el FIB al que fueron los Arctic, también a Sara. Incluso coincidí sin saberlo con la chica de la que hablaba al principio en Vistalegre (¡!). Todas las chicas que me gustaban fueron primero de los Arctic y luego de los Airbag. ¡Air Tac!

Lo diré con una sola frase
Eres un monstruo de final de fase

Airbag ha estado presente en el Chami desde antes de que yo llegara. En las fiestas sonaba Ahí viene la decepción y unos cuantos mirábamos a las chicas modernas (que en realidad eran las únicas que nos hacían caso) con cierta sorna. Todos los veranos han sido El último de los veranos desde segundo de Bachillerato: ¡Cómo planeábamos el futuro Guille y yo mientras jugábamos a las paletas!  ¡Y cómo nos sobrepasó! El último día que coincidí con el inigualable Luis en el Chami, el 31 de mayo de 2013, fuimos a un concierto de Airbag en la sala Galileo Galilei. Su hermano, entre los flotadores y los continuos empujones, subió al escenario para lanzarse. Cuando lo hizo nadie lo cogió. El resultado fue un buen golpe y unas buenas risas. Ese día nos despedimos: Luis se iba con una beca a los Estados Unidos al año siguiente. Cerramos una etapa en común junto a Airbag: Chueca y yo abandonamos la puerta del Chami dirección a nuestras ciudades y Luis se quedó unos pocos días más en Madrid. 

Ese verano de 2013, ay, empecé a escribir en una revista llamada Modernícolas. Era una tontada, pero ahora lo identifico con un tiempo feliz: estaba con la chica que quería, tenía un proyecto relativamente claro de año siguiente en Madrid y me quedaban unos días muy divertidos por delante en mi Málaga. Ese verano fue verdaderamente El último de los veranos. El 14 de agosto de 2013 comenzó la relación a distancia, el Golpe al sueño de verano. El 24 de agosto de 2013 escribí una crónica (aquí está, modificada por la censura del Modernícolas) sobre el Indio Rock al que fui con Ferni, donde vi a los Airbag y conocí a los míticos Stone Pillow, que acabarían viniendo al Chami y componiendo una canción, referida a su viaje al Colegio Mayor, sobre vivir los momentos que nos tocan. En ese momento yo no me daba cuenta de todo lo que estaba perdiendo aquel verano. Fui incapaz de escribir como hace Savater sobre el Derby tras la ausencia de su Sara: llenándolo todo con la presencia de su ya inevitable ausencia. Esto es una tontería pero lo he pensado muchas veces: con aquel verano se acabó mi juventud. 

Un último coletazo de tonta juventud tuvo lugar en diciembre de 2013. Tocábamos unos amigos un concierto conmemorando la vuelta de Luis a España en el salón de actos del Chami. Canté la canción Ahí viene la decepción. Al día siguiente llegó ella de Dinamarca. Yo, orgullosísimo de mí mismo con mis conciertos y tonterías, no estaba muy pendiente de su llegada a Madrid. Esa navidad fue la última vez que estuvimos juntos. 

He comprobado el efecto tan raro
Que ocurre las veces que me encuentro contigo
Me haces el truco de siempre
Primero me haces caso y luego estás ausente
Y yo me quedo tocado para un rato
Pensando en un terremoto de ideas y dudas
Que no me llevan nunca a ningún lado. 

Airbag me salvó en 2014. Con el desastre de la distancia, De un verano a otro te perdí. A finales de mayo de 2014 me iba del Chami y mi relación se había acabado definitivamente tras una vuelta desesperada de los dos a Málaga. No sólo había sido mi primo quien me había hecho referencia a Airbag, incluso ella se había referido a nuestra relación como algo de un verano. Bastante aturdido, el 12 de junio de 2014 fui al SMS en Málaga con bastantes de mis amigos. El año anterior había estado con Guille y con ella y nos habíamos emborrachado al son de Pony Bravo y El Columpio Asesino. Ese año tocaba Airbag y, quizás porque lo deseaba mucho, empecé a fijarme en multitud de chicas y a conocer a muchos de los que han ido siendo mis amigos o conocidos en mis últimos tiempos malagueños. La chica de los ojos vidriosos se convirtió en la chica no, la chica moderna pelirroja es solo una chica normal y la rubia elegida como epifanía no es más que la chica nueva. Adri, Champi y Miki protagonizan todos los pogos y a mí me encanta mirar cómo estamos en nuestro ambiente. Y luego ir al choque. 

 En los bares donde ella va a divertirse por las noches a mí no me dejan entrar por zapatillas de deporte. 

Una vez cambiado como lugar de encuentro el Modernícolas por el Smile, el verano de 2015 se construyó en base al de 2014: mismos bares, mismas chicas visionadas, mismas bandas. El Ojeando fue lo primero que hice tras volver de Alemania y muchas de las historias comenzadas en 2014 se siguieron desarrollando en 2015. 

Muchas veces nos encontramos a Adolfo, Pepillo y José Andrés en el Drunk-O-Rama y demás bares en los que siempre acabamos. Nunca nos acercamos a saludarlos; pero alguna vez estaría bien que supieran que han sido importantes en nuestra vida. Nuestro ambiente está en esos bares y todo lo que nos ocurre parte de ahí: es nuestro nicho sociológico. He visto conciertos de Airbag innumerables veces. En el Ojeando, en la sala Velvet, en el Recinto Ferial, en Villanueva del Trabuco, en Madrid y en Málaga.  Mi hermana conoció en un concierto de Airbag a Juan, mi grupo de amigos se creó a partir de estas bandas y el concierto que estamos deseando cada verano es el suyo. Más allá de extranjeras ocasionales, mis opciones de encontrar aventuras de verano pasan por las historias de la playa del Candado, por las películas, libros y discos que a nadie importan y por los ambientes que grupos como Airbag han generado y que hacen que nos sintamos bien en nuestra ciudad.   

Este verano seguramente no tengamos concierto de Airbag. Además, apenas vamos a coincidir todos cuatro días escasos en Málaga. Sin duda serán días de juegos de mesa, películas malas de ciencia ficción, cervezas inolvidables y bares que nos sabemos todos de memoria. Seguramente veamos a Adolfo en algún bar y diremos: “¡Mira, tío, es Adolfo, el de Airbag!”. También veremos a algunas de las chicas con las que nunca hablamos y nos reiremos. Es algo increíble observar cómo, aunque todo cambia, hay algunas cosas que se mantienen inalterables. Y está bien que así sea.

Y fue como si nunca hubiera sucedido.
Las tardes, los helados
Las cervezas, los veranos
Y mientras
Poco a poco me fui dando cuenta,
Que el invierno dio a todo la vuelta.
Y de un verano a otro te perdí.
Y de un verano a otro.
Te fijaste en otro.


Gracias, Airbag. Por la ligereza y por salvar tantos domingos. Y por haberme explicado mejor lo que pasó que muchos libros y películas.


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