viernes, 15 de septiembre de 2017

En memoria de María Teresa Castells y José Ramón Recalde

Estuve en San Sebastián del 26 al 27 de agosto, con el objetivo de hacer una serie de entrevistas. El día 26 hablé con Ignacio Muñagorri, un antiguo estudiante antifranquista que había tenido mucho trato con Enrique Ruano, Javier Sauquillo y Dolores González Ruiz. Me contó que los dos primeros conocían de primera mano a José Ramón Recalde, y que iban mucho por San Sebastián y Zarauz todos los veranos. Guipúzcoa es una de las provincias más importantes del antifranquismo, y es la provincia de origen de una buena parte de mis entrevistados: Ramón Larraya, Román Oria, Fernando Savater, Loli Salvatierra y algunos más. Ignacio Muñagorri me contó muchas de sus aventuras en Madrid y en San Sebastián. En una asamblea en la universidad en los años sesenta, se lanzó junto a varios militantes anarquistas a por un policía que se había infiltrado. Esa misma noche fue detenido, y llevado a la siniestra Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol madrileña. Lo pusieron junto al policía que había perseguido, y luego empezó a ser golpeado. A pesar de ser torturado, siguió en la lucha antifranquista sin asociarse con los grupos que apoyaban la acción armada. En el verano del 68, influenciado por el mayo francés y con un voluntarismo típico de las izquierdas, fantaseaba con nacionalizar los pisos de la Playa de la Concha y trató de boicotear, lanzando banderas de Vietnam y de la República Española, el Festival de Cine de San Sebastián.

Como es sabido, en el País Vasco la lucha antifranquista fue más complicada que en cualquier otro lugar de España. ETA era una realidad ya a finales de los cincuenta, pero no comenzó a matar hasta finales de los sesenta. El día 27 de agosto hablé con un antiguo miembro de la banda terrorista, que se desvinculó de la misma antes de la fatídica V Asamblea que llevó al paroxismo la mezcla de ideología nacionalista vasca con el marxismo-leninismo-maoísmo. Me contó muchas cosas interesantísimas, que en parte ya sabía porque había visto varios sumarios policiales en que aparecía. Tuvo una relación decisiva con Enrique Ruano en los días antes de su muerte, que quizás pueda iluminar una serie de aspectos no sabidos sobre el caso. También hablamos de José Ramón Recalde, que les había puesto en contacto con Enrique y Dolores. Me dijo lo mucho que había luchado tanto contra el franquismo como contra ETA después, y seguí sintiendo una profunda admiración por la izquierda no nacionalista del País Vasco.

Tras hacer las entrevistas, tenía previsto visitar la librería Lagun, que fue fundada por María Teresa y José Ramón en el simbólico año 1968. Quería pasarme a ver a María Teresa Castells, y quizás hablarle brevemente del proyecto que tengo entre manos. También quería hacerme con todos los libros que pudiera sobre la Transición española y el movimiento estudiantil de los años sesenta, pero finalmente no tuve tiempo y me tuve que ir a un curso a Santander. La librería Lagun ha sobrevivido a los ataques del exacerbado nacionalismo español del franquismo y del igualmente encolerizado nacionalismo vasco radical. Desafortunadamente no visité la librería, y ya no tendré jamás la oportunidad de conocer a Maria Teresa.

Cuando volví a Madrid dos semanas después, tenía una entrevista con Alfredo Pérez Rubalcaba sobre el mismo tema. En mitad de la entrevista, me dijo que le acababan de comunicar que María Teresa Castells, la antigua esposa del fallecido José Ramón Recalde, acababa de morir ese mismo día tras atragantarse en una comida. Después me habló un poco de la influencia que tuvo el caso de Enrique Ruano sobre él, y de cómo involucró cuando era Ministro de Interior al que fuera el abogado de la familia, José Manuel Gómez Benítez, en las negociaciones que emprendieron para el final de la banda terrorista. Otra vez se conjuntaban ETA, el antifranquismo y varias de las personas que más me interesan en la misma sentencia. Hoy mismo Jorge Martínez Reverte, que ha escrito un libro justo sobre la matanza de Atocha del 1977 en la que murió Javier Sauquillo y fue herida en un disparo en la boca Dolores González Ruiz, ha escrito una columna en honor de María Teresa y su lucha contra el franquismo y ETA.

La historia de la pareja formada por José Ramón Recalde y María Teresa es asombrosa. José Ramón Recalde fue uno de los primeros dirigentes del Frente de Liberación Popular, una organización a la izquierda del PCE que amalgamaba diferentes corrientes de pensamiento radical. Los dos fueron detenidos conjuntamente tras asistir a una obra de teatro. José Ramón fue brutalmente torturado y sometido a un Consejo de Guerra. Curiosamente, uno de sus torturadores fue el sádico comisario de policía Melitón Manzanas, que posteriormente se convertiría en la víctima del primer asesinato premeditado de ETA en 1968. José Ramón Recalde, en aquella época, se posicionaba de la siguiente manera respecto a ETA:

“La dictadura nos comprometía con los violentos en los momentos en los que estos se convertían en víctimas de la represión. Podíamos no aprobar el asesinato del guardia civil Pardines, en 1968; sin embargo teníamos que movilizarnos contra la sentencia a muerte de (Iñaki) Sarasqueta, uno de los autores del crimen”.

El asesinato de Melitón Manzanas supuso el comienzo de un estado de excepción en Guipúzcoa que hizo que muchos antifranquistas tuvieran que abandonar las principales ciudades. Según el historiador Xavier Casals, en 1969 “hubo 1953 detenidos, de los cuales 890 fueron maltratados, 510 torturados, 93 juzgados por el TOP y 53 en Consejos de Guerra”. Este estado de excepción hizo que mi segundo entrevistado fuera a Madrid a refugiarse, concretamente a la casa primero de la hermana de Fraga y después a un piso de la familia de Enrique Ruano. En esta historia todo está conectado.

El siguiente punto importante a señalar es la ideología de José Ramón Recalde, que tuvo una influencia tremenda en la izquierda universitaria de finales de los sesenta. En su libro Integración y lucha de clases en el neocapitalismo, uno de esos libros míticos de la izquierda española que seguía la estela del 68 francés, directamente abogaba por una revolución socialista siguiendo un enfoque leninista. Este libro tuvo mucha influencia entre los jóvenes del FLP que veían su sueño revolucionario concretado en el Mayo del 68, y que se veían imaginativamente como parte de un sueño internacionalista proletario. José Ramón Recalde y su mujer no eran precisamente socialdemócratas ni pactistas con las supuestamente “fuerzas opresoras del estado”, pero eso no les bastó para no ser víctimas pocos años después de la barbarie etarra.

Unos años más tarde, con Franco ya muerto, José Ramón Recalde y María Teresa Castells tuvieron que hacer frente a la violencia etarra. Ya mucho más moderados ideológicamente y vinculados al PSOE, se normalizaron a medida que el país lo iba haciendo. Desgraciadamente, lo mismo no ocurrió con ETA y su entorno, que aumentó unas cotas de radicalización difícilmente explicables racionalmente. ETA asesinó desde la muerte de Franco a 829 personas, y se alejó de cualquier posible convivencia con cualquier organización que no defendiera un nacionalismo vasco radical. Además, el clima nacionalista imperante en el País Vasco impedía que la vida pudiera desarrollarse con plena normalidad, como pone de manifiesto la exitosa novela de Fernando Aramburu Patria.

En enero del 1977, tuvieron lugar los asesinatos de Atocha por simpatizantes de la ultraderecha franquista. En el homenaje que Ignacio Muñagorri organizó en la Universidad del País Vasco, un tipo se levantó y preguntó que por qué se hacía un acto “si sólo habían muerto unos españoles”. Mientras tanto, Lagún, la librería que habían abierto en la Parte Vieja de San Sebastián, era una continua fuente de ataques. Estos ataques se mantuvieron durante toda la década de los ochenta, mientras España entraba en una democracia normal homologable con las otras europeas. Aparecían pintadas de ETA y llamamientos a que se quemara el local y se acabara con el Partido Socialista. Según el diario El País, “sólo en 1996 sufrió más de una veintena de sabotajes, entre pintadas, rotura de cristaleras o lanzamiento de cócteles molotov”. José Ramón Recalde fue en todo ese tiempo consejero del Gobierno Vasco, diputado del Parlamento Vasco por el PSE-EE (PSOE), profesor de universidad y un destacado jurista, pero para los etarras era un peligro al que había que eliminar.

El 14 de septiembre del año 2000, según su propia narración, “un agujero negro, bordeado por una circunferencia de acero, el orificio de salida del cañón de una pistola, fue lo primero que vi al salir del coche. Luego sonó el disparo y sentí el impacto en la cabeza. Me volví y me dejé caer en el coche, sobre María Teresa.  -¿Qué ha sido?- preguntó ella. –Un tiro- contesté”. Un tiro en la boca, como el que le habían dado a Dolores González Ruiz en Atocha, fue la manera en que ETA intentó acabar para siempre con él. Sobrevivió unos años más, y el suceso le motivó a escribir sus memorias, que fueron galardonadas en 2004 con el Premio Comillas. Después del atentado, María Teresa Castells tuvo que trasladar la librería a una zona menos céntrica y más tranquila de San Sebastián, pero siguió valientemente con su labor. Jorge Martínez Reverte ha escrito que “todos querían quemar la librería con María Teresa dentro". Según el juez y amigo de la familia Joan Cremades, el expresidente de la Audiencia de San Sebastián, la librería Lagun ha sido la más atacada de Europa. De los amigos que tenían Recalde y él, muchos han sido asesinados por ETA: Juan María Jaúregui, Fernando Múgica, Enrique Nieto, Alfonso Morcillo y el exjugador de la Real Sociedad José Antonio (tigre) Santamaría.


Me arrepiento de no haber podido decirle personalmente a María Teresa Castells toda la admiración que me merece. En estos tiempos en que la izquierda muchas veces no se atreve a posicionarse claramente contra el nacionalismo, bien vale acordarse de estos ejemplos morales.

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